La dirección de empresas tiene diversas áreas de desempeño y todas ellas son trascendentales para el presente y el futuro. Todas esas funciones tienen un impacto directo en los resultados, razón de ser de la actividad empresarial.
Queremos en este trabajo resaltar una responsabilidad a la que nos atrevemos a ubicar en lugar prioritario: el gerente debe lograr el crecimiento de unos colaboradores. Inicialmente debe permitir ese crecimiento, por que haría muy mal enfrenarlo. Pero además debe consagrarse a trabajar para lograr que su gente tenga empoderamiento con lo cual la organización tendrá asegurado un arsenal de creatividad, de innovación y de productividad.
Reflexionando en torno a la importancia de este aspecto liberador, dice el almirante Hyman G. Richover: "Toda organización debe buscar la manera de dejar el campo libre a esas personas autónomas, turbulentas, creativas, enemigas juradas de la rutina y de los reglamentos siempre dispuesta a volcar el carrito de las amenazas ideando nuevas y mejores maneras de hacer las cosas". Como se ve la vieja y obsoleta figura del no "se puede" no se debe seguir consintiendo en la organización moderna.
En la misma orbita de pensamiento John Andrew Colmes aconsejaba a quien quisiera oírlo: "No digáis nunca a un joven que tal o cual cosa no se puede hacer ". Tal vez Dios lleve siglos esperando la aparición de alguien de tan ignorante que no sepa de esa posibilidad.
Michael Leboeuf en su libro EL GRAN PRINCIPIO DEL MANAGEMENT escribe: "El archivo más importante de cualquier empresa en cualquier rama de actividad, no es el dinero ni los inmuebles, ni la maquinaria, sino las ideas. Einstein opinaba que la imaginación era más importante que los conocimientos. Shakespeare escribió que la imaginación es lo que hace al hombre el más perfecto de los animales".
Finalmente algunas sencillas normas con la cuales el líder puede hacer que su equipo adquiera empoderamiento y obtenga su crecimiento espiritual y profesional:
Premiar a quienes se consagran a trabajar con dedicación y orientados a los objetivos de la organización.
Reducir los espacios a los rumores y comentarios mal sanos. Evitar toda conducta que pueda propiciarlos.
Ponerle límite a los reglamentos. El reglamento no puede ser más importante que los objetivos. Si éstos se pueden lograr sin reglas entonces el reglamento sobra.
Premiar a los que se atreven a innovar aun asumiendo el riesgo de afrontar algunos fracasos.
A propósito de riesgos, afrontarlos con valor, diferenciando eso sí, un riesgo de una mala apuesta.
Por: Alejandro Rutto Martínez
Fuente del artículo http://www.articulo.org/autores_perfil.php?autor=525
Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?
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